Criptoactivos y mitología anarcoliberal

 

Por Nicolás Gross

A nadie escapa hoy en día que las criptomonedas y los criptoactivos en general, dejaron de ser un fenómeno marginal para convertirse en una preocupación concreta de los Estados soberanos. Es que ya en sus inicios el Bitcoin, en tanto primera criptomoneda en condensar muchos de los desarrollos previos (Digicash, Hash Cash, B-Money), se presentó como una alternativa segura, veloz, descentralizada, anónima y ecológicafrente a las monedas fiduciarias controladas por los bancos centrales estatales. De la promesa originaria poco queda.
 

La idea de una criptomoneda basada en el consenso de una comunidad en que todos participaríamos de igual a igual, en la seguridad de transacciones con control y validación descentralizada, incluso el anonimato (más allá de su carácter polémico), perdió todo sustento. En nada se parecen los criptoactivos y el mercado cripto a aquello que prometieron en sus inicios. Sin embargo, los conceptos de los que partieron sus mitos fundacionales, encuentran su caja de resonancia en la sociedad neoliberal: uno de los mayores triunfos del sector financiero es haber logrado que las criptomonedas sean sinónimo de “libertad”. Por ello es necesario entender exactamente en qué consiste en realidad el mundo cripto para desandar el relato mitológico. 

En la actualidad los actores del mercado cripto no son ni pequeños ahorristas, ni jóvenes anarquistas buscando liberarse de la opresión estatal, sino los grandes especuladores del sector financiero en busca de un mercado lo más desregulado posible.

Contrariamente a lo postulado inicialmente, y a la imagen de un joven encapuchado minando Bitcoins con su PC, el proceso de validación se encuentra escasamente descentralizado, debido a que el mismo es llevado a cabo por “granjas” de minado en manos de grandes corporaciones, que invierten millones de dólares en galpones atestados de procesadores gráficos que han probado ser los más eficientes para la tarea.

La gran mayoría de los pequeños inversores que buscan invertir en criptoactivos lo hacen a través de plataformas digitales que,por lo general, al menos en Argentina como en la mayoría de los países del mundo comenzaron a exigir la identificación del usuario para la apertura de una cuenta a su nombre en cumplimiento de los estándares básicos de las normas KYC(conozca a su cliente). Es decir que las transacciones en su mayoría han perdido el carácter de anónimas.     

En cuanto al carácter ecológico cuyo sustento se encontraba en el abandono del papel para las transacciones, se encuentra controvertido, pues existen estudios que sugieren que el consumo de energía que se requiere para el procesamiento de las transacciones termina siendo todavía más contraproducente para el medioambiente que el empleo del papel moneda.

La promesa originaria era participar del sueño de una pequeña comunidad celosa de su privacidad y amante de la libertad. Cualquiera que se adentre en los contenidos audiovisuales que circulan a raudales por la web, se va a encontrar con infinidad de relatos sobre programadores que, escondidos en el sótano de sus casas, comenzaron a desarrollar alternativas para realizar transacciones que aseguraran el anonimato de sus participantes. Es así que el nacimiento de las criptomonedas estuvo teñido de un halo de resistencia antisistema que al día de hoy sigue replicándose en distintos ámbitos. Sin embargo, lo que se está librando no es la batalla del individuo contra el Estado opresor, sino la de las corporaciones y el sector financiero concentrado contra el Estado regulador. 

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